domingo, 1 de abril de 2012


Crónica de un navegante.
El tiempo es un río en el que día tras día navegamos un poco más hasta desembocar en un mar infinito. Un mar en el que, aunque somos minúsculos, somos tambien únicos, indescriptibles. A veces pienso que soy un navegante. En ese río, las aguas cristalinas las componen mil recuerdos, mil experiencias vividas y yo navego sobre ellas en una canoa que baja vertiginosa, veloz desde las altas cumbres de unas montañas siempre nevadas… Esa nieve es el destino, que siempre está escrito, que, al igual que la nieve de la gran cordillera, nunca desaparece y permanece ahí, vigilante, impidiendo que nada ni nadie perturbe esa extraña paz que nos impone y de la que todos y cada uno somos partícipes.

Paseo por la playa, camino mirando al infinito dejándome llevar por las olas, serenas e incansables y me repiten una y otra vez con su lenguaje arrollador que siguen ahí, escuchándome, acompañándome. Mis ojos siguen clavados en el horizonte mientras mis recuerdos comienzan a gritar. Quieren salir, correr junto a las olas y unirse a esa atronadora conversación. Me paro y siento como si el tiempo se detuviera, como si todo estuviera  en calma, mientras tanto, otro de mis acompañantes, el silencio, irrumpe con fuerza pero no es capaz de imponerse ante el mensaje que las olas, con su sonido inconfundible, eclipsan a cualquiera que ose interrumpir sus palabras.

Continuo parado, sonriendo y me siento agradecido de tener al mar a mi lado. El tiempo sigue su curso y mientras veo como el sol se pone e impregna de magia la playa, me asaltan los recuerdos y las preguntas con una fuerza cada vez mayor. Solo tengo una respuesta, un mensaje: Corre, sigue con fuerza, camina si quieres pero no te detengas, que el tiempo te ayude a continuar tus pasos, que las olas te acompañen si quieres, que sean tu confidente y que sigan contigo el camino pero, no te detengas. Continua escribiendo ese gran libro que es la vida con la pluma de los sentimientos, completa el camino y sigue sin mirar atrás. Esta es tu historia, y solo tú decides cuando empezarla, cuando concluirla y como la escribes. Siente, ama, sonríe y sobre todo, no mires atrás ya que a partir de ahora, tú decides hacia dónde vas.




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