viernes, 20 de abril de 2012


PRIMAVERA

Los días transcurren con su paso vertiginoso mientras la primavera se asienta en mi alma cada vez con más fuerza. El tiempo corre, a una velocidad casi imperceptible mientras que los sentimientos que hasta hace unas semanas me sumían en la más profunda oscuridad, poco a poco desaparecen con ayuda del sol, las olas y otra marea de sentimientos que me hace ver día tras día que todo es posible y que ahora soy yo quien decide hacia donde continuar.

Paseo por la playa una vez más y vuelvo la vista atrás. El puerto queda a mis espaldas mientras el sol sigue su camino por el horizonte y se despide poco a poco de mí hasta la mañana siguiente. Continuo… el agua acaricia mis pies y la brisa me susurra al oído. Pensaba que iba solo pero no es así ya que los recuerdos me asaltan y pienso sin querer en aquellas semanas en las que mi corazón moría de frío, mi alma agonizaba como si estuviera en una ventisca y la llama que un día me hizo amar como nunca había amado, se apagaba a pasos agigantados. Pensaba que no había salida, que todo estaba perdido, pensaba que el amor era solo algo irreal, un sueño, algo imposible de alcanzar por mucho que caminara y, por unos días, aquella persona a la que amé, consiguió vencerme y hundirme en lo más profundo. Seguí caminando, paso a paso, firmemente, seguía pensando, pero las olas, como buenas confidentes consiguieron llevarse aquella sensación de vacío que por unos momentos volvió a asaltarme. Sonrío de nuevo y vuelvo a la realidad…

Es primavera… la ciudad muestra sus colores, mi vida vuelve a tener la luz que perdió durante meses y de nuevo la llama que un día se apagó, resurge con más fuerza que antes, como un volcán, como una bocanada de fuego, una llamarada incandescente que nunca volverá a apagarse. Ya no hay frío, no hay glaciar, no hay ventiscas que sacudan mi alma y congelen mi corazón. Sonrío, y de camino a casa pienso una vez más y digo que por último, llega un momento en el que no puedes caer más veces ni más profundo, que solo queda levantarse una vez más, levantar la cabeza y es ahí cuando ves que el camino que te espera es simplemente asombroso.

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